martes, 31 de enero de 2012

Epílogo.

 Un cielo oscuro, lleno de mil puntitos luminosos, un inmenso océano se extiende bajo este, y una inmensa playa de grandes momentos.
 

02:25 am.
   
Apenas se aprecian las luces de las farolas, esta todo oscuro, y somos los únicos que paseamos por el paseo marítimo con un helado de chocolate a estas horas. Me coges de la mano, es una noche calurosa, más esa no es la razón por la que me sudan las manos...
 
 Hace apenas unas horas éramos solamente unos buenos amigos, quedábamos en grupo y aunque ninguno de los dos lo supiéramos, nos queríamos en silencio. Te sentaste junto a mí cerca de la hoguera, con la escusa de si te pasaba las nubes de gominola, y allí te quedaste toda la noche, contándome chistes y lanzándome piropos como quien no quiere la cosa, yo fingiendo que tenía frío y tú abrazándome.
 
 Poco a poco la gente se fue yendo, todos extrañados por vernos tan juntos, nos daban dos besos a cada uno y se iban sonriendo y cuchicheando, hasta que nos quedamos solos tu y yo.    Me llevaste cerca de la orilla y allí te sentaste y me invitaste a un abrazo, yo, por supuesto, no me negué, me contaste mil historias, que una a una se te fueron ocurriendo poco a poco, cada una de una estrella distinta. Me sentía como si fuera una niña pequeña a la que sus padres le contaban historias antes de dormir. Se me cerraban los ojos, y así, tumbados en la arena nos quedamos dormidos, abrazados el uno al otro, hasta que subió la marea y el contacto frío en nuestros cuerpos con el agua nos despertó bruscamente, salimos corriendo de allí, nos miramos, y nos reímos, me susurraste algo al oído y a continuación gritaste “ ¡QUIEN LLEGUE EL ULTIMO LE COMPRA UN HELADO DEL SABOR QUE QUIERA AL OTRO!” y mientras corríamos por llegar antes, nos quitábamos la ropa y nos quedábamos en bañador. Buceamos hasta que donde no hacíamos pie y nos salpicamos el uno al otro. Te quedaste mirándome, y yo no sabía qué hacer, no podía sostenerte la mirada, me pondría toda roja y nerviosa, y no me parecía muy oportuno. Así que me acerque, te rodeé con los brazos, apenas estábamos a unos milímetros, me acerqué más, y te fui dando besos en la mejilla, cada uno más cerca de la boca que el anterior, hasta que llegué a tus comisuras y entonces…
 
 -¡Toma beso de vaca! Jajaja
  -¡Eh! ¡Esto no vale, me has babado entero!

 

  Te enfurruñaste y fuiste medio nadando medio andando hacia la orilla, pero te alcancé cuando el agua me llegaba apenas por debajo del pecho.
   

-¿Te ha molestado tanto? Lo siento en serio, no pretendía jorobarte ni nada, solo era una broma, no es que vaya dando lametazos a la gente ni nada, pero es que no sé, no quiero que te piques conmigo, estabas tan simpático y tan amab…
 
  Te echaba un discurso y, sin apenas darme cuenta, noté que me agarrabas por la cintura y hacías que me acercara a ti a menos de 1 centímetro:
 
  -Si, te dejo que me devuelvas la broma, estás en tu más mínimo derecho y...
 
  Me besas. Un beso, no como habría imaginado, pero muy… dios, ¿cómo puedo explicar cómo es un beso? Es… bonito, bueno no, precioso, muy… ¡muy como tú! Apenas unos 6 segundos y me miras a los ojos.
 
  -Lu, ¿estás llorando?
 
 ¿Qué? ¿Yo llorando? ¿Qué dice? Me paso las manos por debajo de los ojos, son gotas de agua, normal, estoy mojada.
  
-¿Tú eres tonto? ¡Estamos en el mar! Tengo la cara mojada, ¡imbécil!
  -Ya ya ya… fijo… ¡A ti te ha gustado tanto mi beso que te has emocionado cariño…!-Mientas me dices esto me acaricias la mejilla, esto que has dicho ha sido a susurros, susurros que me han puesto muy nerviosa.

 A continuación me besaste y te fuiste corriendo, como un niño pequeño después de hacer una travesura, yo te perseguí, y así, empapados, revolcándonos por la arena y jugando como niños pequeños, y como croquetas nos enamoramos